2 Corintios 5:1
Ausente del cuerpo y en casa con el Señor
Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos.
Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos.
Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
Puesto que en verdad habremos sido hallados vestidos, y no desnudos.
Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo, gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados; sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
Mas el que nos hizo para esto mismo, es Dios; el cual nos ha dado la prenda del Espíritu.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo, que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor;
(Porque por fe andamos, no por vista;)
Mas confiamos, y más quisiéramos partir del cuerpo, y estar presentes al Señor.
Por tanto procuramos también, o ausentes, o presentes, serle agradables:
Porque es menester que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo.
Estando pues poseídos del temor del Señor, persuadimos a los hombres, mas a Dios somos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias somos manifiestos.
No nos encomendamos pues otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis qué responder contra los que se glorían en las apariencias, y no en el corazón.
Porque si estamos locos, es para Dios; y si estamos cuerdos, es para vosotros.
Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: Que si uno murió por todos, luego todos son muertos;
Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, mas para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí adelante a nadie conocemos según la carne: y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto es de Dios, el cual nos reconcilió consigo mismo por Cristo; y nos dio el ministerio de la reconciliación.
Porque ciertamente Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí, no imputándole sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.