Job 24:1
Job se queja de que Dios es indiferente ante la maldad
Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?
Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?
Traspasan los linderos, Roban los ganados, y los apacientan.
Llévanse el asno de los huérfanos; Prenden el buey de la viuda.
Hacen apartar del camino a los menesterosos: Y todos los pobres de la tierra se esconden.
He aquí, como asnos monteses en el desierto, Salen a su obra madrugando para robar; El desierto es mantenimiento de sus hijos.
En el campo siegan su pasto, Y los impíos vendimian la viña ajena.
Al desnudo hacen dormir sin ropa, Y que en el frío no tenga cobertura.
Con las avenidas de los montes se mojan, Y abrazan las peñas sin tener abrigo.
Quitan el pecho a los huérfanos, Y de sobre el pobre toman la prenda.
Al desnudo hacen andar sin vestido, Y a los hambrientos quitan los hacecillos.
De dentro de sus paredes exprimen el aceite, Pisan los lagares, y mueren de sed.
De la ciudad gimen los hombres, Y claman las almas de los heridos de muerte: Mas Dios no puso estorbo.
Ellos son los que, rebeldes a la luz, Nunca conocieron sus caminos, Ni estuvieron en sus veredas.
A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado, Y de noche es como ladrón.
El ojo del adúltero está aguardando la noche, Diciendo: No me verá nadie: Y esconde su rostro.
En las tinieblas minan las casas, Que de día para sí señalaron; No conocen la luz.
Porque la mañana es a todos ellos como sombra de muerte; Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman.
Son inestables más que la superficie de las aguas; Su porción es maldita en la tierra; No andarán por el camino de las viñas.
La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve; Y el sepulcro a los pecadores.
Olvidaráse de ellos el seno materno; de ellos sentirán los gusanos dulzura; Nunca más habrá de ellos memoria, Y como un árbol serán los impíos quebrantados.
A la mujer estéril que no paría, afligió; Y a la viuda nunca hizo bien.
Mas a los fuertes adelantó con su poder: Levantóse, y no se da por segura la vida.
Le dieron a crédito, y se afirmó: Sus ojos están sobre los caminos de ellos.
Fueron ensalzados por un poco, mas desaparecen, Y son abatidos como cada cual: serán encerrados, Y cortados como cabezas de espigas.
Y si no, ¿quién me desmentirá ahora, O reducirá a nada mis palabras?