Job 36:1
Eliú exalta la grandeza de Dios
Y añadió Eliú, y dijo:
Y añadió Eliú, y dijo:
Espérame un poco, y te enseñaré; Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.
Tomaré mi noticia de lejos, Y atribuiré justicia a mi Hacedor.
Porque de cierto no son mentira mis palabras; Contigo está el que es íntegro en sus conceptos.
He aquí que Dios es grande, mas no desestima a nadie; Es poderoso en fuerza de sabiduría.
No otorgará vida al impío, Y a los afligidos dará su derecho.
No apartará de los justos sus ojos; Antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, Y serán exaltados.
Y si estuvieren prendidos en grillos, Y aprisionados en las cuerdas de aflicción,
El les dará a conocer la obra de ellos, Y que prevalecieron sus rebeliones.
Despierta además el oído de ellos para la corrección, Y les dice que se conviertan de la iniquidad.
Si oyeren, y le sirvieren, Acabarán sus días en bien, y sus años en deleites.
Mas si no oyeren, serán pasados a cuchillo, Y perecerán sin sabiduría.
Mas los hipócritas de corazón atesoran para sí la ira, Y no clamarán cuando él los atare.
Fallecerá el alma de ellos en su juventud, Y su vida entre los sodomitas.
Al pobre librará de su pobreza, Y en la aflicción despertará su oído.
Asimismo te apartará de la boca de la angustia A lugar espacioso, libre de todo apuro, Y te preparará mesa llena de grosura.
Mas tú has llenado el juicio del impío, En vez de sustentar el juicio y la justicia.
Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate.
¿Hará él estima de tus riquezas, ni del oro, Ni de todas las fuerzas del poder?
No anheles la noche, En que desaparecen los pueblos de su lugar.
Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad; Pues ésta escogiste más bien que la aflicción.
He aquí que Dios es excelso con su potencia; ¿Qué enseñador semejante a él?
¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Iniquidad has hecho?
Acuérdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres.
Los hombres todos la ven; Mírala el hombre de lejos.
He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; Ni se puede rastrear el número de sus años.
El atrae las gotas de las aguas, Al transformarse el vapor en lluvia,
La cual destilan las nubes, Goteando en abundancia sobre los hombres.
¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes, Y el sonido estrepitoso de su morada?
He aquí que sobre él extiende su luz, Y cobija con ella las raíces de la mar.
Bien que por esos medios castiga a los pueblos, A la multitud da comida.
Con las nubes encubre la luz, Y mándale no brillar, interponiendo aquéllas.
El trueno declara su indignación, Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.