Job 39:1
Dios habla de la naturaleza y sus criaturas
¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
¿Contaste tú los meses de su preñez, Y sabes el tiempo cuando han de parir?
Encórvanse, hacen salir sus hijos, Pasan sus dolores.
Sus hijos están sanos, crecen con el pasto: Salen y no vuelven a ellas.
¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
Al cual yo puse casa en la soledad, Y sus moradas en lugares estériles.
Búrlase de la multitud de la ciudad: No oye las voces del arriero.
Lo oculto de los montes es su pasto, Y anda buscando todo lo que está verde.
¿Querrá el búfalo servirte a ti, O quedar en tu pesebre?
¿Atarás tú al búfalo con coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?
¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, Y le fiarás tu labor?
¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, Y que la allegará en tu era?
¿Diste tú hermosas alas al pavo real, O alas y plumas al avestruz?
El cual desampara en la tierra sus huevos, Y sobre el polvo los calienta,
Y olvídase de que los pisará el pie, Y que los quebrará bestia del campo.
Endurécese para con sus hijos, como si no fuesen suyos, No temiendo que su trabajo haya sido en vano:
Porque le privó Dios de sabiduría, Y no le dio inteligencia.
Luego que se levanta en alto, Búrlase del caballo y de su jinete.
¿Diste tú al caballo la fuerza? ¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?
¿Le intimidarás tú como a langosta? El resoplido de su nariz es formidable.
Escarba la tierra, se alegra en su fuerza, Sale al encuentro de las armas;
Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada.
Contra él suenan la aljaba, El hierro de la lanza y de la jabalina;
Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la trompeta;
Antes como que dice entre los clarines: !!Ea! Y desde lejos huele la batalla, El grito de los capitanes, y el vocerío.
¿Vuela el gavilán por tu sabiduría, Y extiende hacia el sur sus alas?
¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido?
Ella habita y está en la piedra, En la cumbre del peñasco y de la roca.
Desde allí acecha la comida: Sus ojos observan de muy lejos.
Sus pollos chupan la sangre: Y donde hubiere cadáveres, allí está.