Job 9:1
Incapacidad de Job para responder a Dios
Respondió Job, y dijo:
Respondió Job, y dijo:
Ciertamente yo conozco que es así: ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?
Si quisiere contender con él, No le podrá responder a una cosa entre mil.
El es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra él, y quedó en paz?
Que arranca los montes con su furor, Y no conocen quién los trastornó:
Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:
Que manda al sol, y no sale; Y sella las estrellas:
El solo extendió los cielos, Y anda sobre las olas del mar;
El hizo la Osa, el Orión y las Pléyades, Y los lugares secretos del sur;
El que hace cosas grandes e incomprensibles, Y maravillosas, sin número.
He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Y pasará, y no lo entenderé.
He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá, Qué haces?
Dios no tornará atrás su ira, Y debajo de él se encorvan los que ayudan a los soberbios.
¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras estudiadas?
Que aunque fuese yo justo, no responderé; Antes habré de rogar a mi juez.
Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.
Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa.
No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras.
Si habláremos de su potencia, fuerte por cierto es; Si de juicio, ¿quién me emplazará?
Si yo me justificare, me condenará mi boca; Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.
Bien que yo fuese íntegro, no conozco mi alma: Reprocharé mi vida.
Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume.
Si azote mata de repente, Se ríe del sufrimiento de los inocentes.
La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?
Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien.
Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja a la comida.
Si yo dijere: Olvidaré mi queja, Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré,
Me turban todos mis dolores; Sé que no me tendrás por inocente.
Yo soy impío, ¿Para qué trabajaré en vano?
Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza,
Aun me hundirás en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominarán.
Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, Y vengamos juntamente a juicio.
No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros ambos.
Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante.
Entonces hablaré, y no le temeré: Porque así no estoy en mí mismo.