Marcos 3:1
El hombre de la mano seca
Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
Y otra vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.
Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.
Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.
Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Mas ellos callaban.
Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.
Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra él, para matarle.
Mas Jesús se apartó a la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.
de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él.
Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen.
Porque había sanado a muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle.
Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.
Mas él les reprendía mucho para que no le descubriesen.
Y subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar.
Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:
A Simón, al cual puso por nombre Pedro;
Y a Jacobo, hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;
Y a Andrés, y a Felipe, y a Bartolomé, y a Mateo, y a Tomas, y a Jacobo hijo de Alfeo, y a Tadeo, y a Simón el Cananita,
Y a Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.
Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.
Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí.
Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.
Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás?
Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.
Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.
Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.
Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.
De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;
Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto a eterno juicio.
Porque decían: Tiene espíritu inmundo.
Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron a él llamándole.
Y la gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan fuera.
Y él les respondio, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.
Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.